Yo construyo, tú construyes, él construye primaveras

A veinticuatro horas de cerrar mi tercera semana de marzo, voy experimentando que, aunque el cielo se haya empecinado en encapotarnos los días, he podido exponer a esporádicos rayos de luz mis semillas. Pero oye, déjame revisar mi cuaderno y te cuento qué ha pasado, qué acciones he dejado bañar por ese solecito que, aunque parece que viene y va, siempre está.

Enseguida vuelvo…

Movimiento prácticamente cada día, con pequeños snacks de fuerza a primera hora de la mañana en los últimos tres días. Jamás pensé que podría moverme en ayunas. Reto mental y físico superado.

Nuevas ideas para ejecutar: experimentar y aderezar mi post con alguna imagen, retomar la decoración de mi cuarto, aportar algo a un espacio que comparto con otras personas.

Nueva lectura en mi libro electrónico, que me persigue más ella a mí que yo a ella. Me fascina esta sensación de necesitar ordenar mis ganas de sumergirme en una lectura: me gusta el proceso de ordenarme, aunque también me gusta la urgencia por querer entregarme al texto.

También, algo de atolondramiento digital, no lo voy a negar. Cuando cojo el móvil, se dispersa el foco y el mundo real se desdibuja. Pero me permite ser consciente y ponerme a trabajar para que ese pozo sin fondo se visite cada vez menos.

Conversaciones estimulantes con mi amiga puertorriqueña. La cara B de mantener la conexión es el uso algo desmedido del teléfono, pero de momento es el único nexo rápido que puede conectarnos a dos personas en tiempo e intensidad.

No todo está escrito aquí, pero sí que en mi revisión detecto alegría casi cada día de la semana. Todo a pesar del paisaje de nubes y chubascos. Y no solo el que pinta el cielo. También los nubarrones que se posan en la realidad del día a día. Pero que eso no nos impida seguir cuidando de nuestras flores y celebrando los instantes de claros para que la primavera encuentre el camino allanado cuando venga a visitarnos.

Mírala, está a la vuelta de la esquina. Contempla su llegada, pero no te aletargues demasiado. Corramos tras los rayitos de luz que abren trocitos azules de cielo. Cada día.